viernes, 12 de junio de 2015

Un relato sobre la traición



Ese viernes que te crucé no fue cualquier viernes, yo estaba ahí sin presentir que se me estremecería la piel con un solo susurro tuyo que llegaba hasta mi oído. Nadie más en ese lugar sabía lo que sentíamos, y mucho menos se imaginaban lo que habíamos sentido. 

Desde aquel día he caminado y recorrido calles sonrojantes del recuerdo. Solo eso conservo unas borrosas imágenes de aquel momento en el que presencie mi propia traición. 

Algunos la llaman la peor de las traiciones, yo la llamo la única traición, la propia. La única que he sentido ganas de confesar, la única que he custodiado con celosas y detalladas mentiras. Y es que la vida está llena de locuras pero solo las irrepetibles son las verdaderas locuras. 

Por eso aquella madrugada es una irrepetible locura que me obligaré a recordar cientos de veces para que no vuelva a suceder. 

Me pido perdón por recordarte, te pido perdón por hacerte protagonista de esta sensación tan mia.

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